Austria y sus Cafés
5 cafés emblemáticos de Viena
Un recorrido por la capital de Austria con aroma a café y sabor a torta.
Los cafés de Viena son un emblema de la ciudad, un recorrido
indispensable para entender la vida y la historia de la capital
austríaca. Aquí, un breve panorama de cinco de los cafés más destacados.
En 2011 la Unesco los incluyó en su lista de Patrimonio Cultural
Inmaterial, donde se los describe como "lugares en los que se consume el
tiempo y el espacio, mientras que lo único que aparece en la cuenta es
el café".
1- CAFE HAWELKA: La historia de este café parece
sintetizar el comienzo y el fin de la Segunda Guerra Mundial: abrió en
1939, en el Distrito 1 de Viena, y sólo volvió a cobrar vida en 1945.
Este es uno de los cafés más famosos de la ciudad, abierto por Leopold y
Josefine Hawelka, quienes hicieron una concesión a la modernidad cuando
compraron una máquina de café expreso. A partir de 1955 se puso de moda
y a sus mesas se sentaron escritores, músicos y artistas, como Andy
Warhol y Arthur Miller. La especialidad de la casa no es sólo el café:
también sirven unos típicos bollos rellenos de mermelada y cubiertos de
azúcar. Diseñado por el célebre Adolf Loos, este negocio de fachada
despojada y pulcra, muy de comienzos del siglo XX, ofrece sillas Thonet y
mesas redondas de mármol. Una joyita.
2- CAFE SPERL: Abierto desde 1880, este café podría
explicar la historia de Viena de fines del siglo XX. Sirven más de 400
pocillos por día y se pueden hojear diarios de todo el mundo, que se
desparraman sobre una mesa de billar llegada desde Budapest. Y no es un
dato menor saber que artistas de la talla de Gustav Klimt y Egon Schiele
pagaban sus cuentas con los dibujos que hacían en el Sperl. Con pisos
de madera, unos enormes ventanales a la calle enmarcados por cortinas
pesadas y una fachada pintada de color maíz, este café tiene decenas de
combinaciones y sabores diferentes, con crema o licores, que se pueden
acompañar con un strudel o la Sperl Torte, la especialidad de la casa.
No se permite el uso de celular, una buena regla.
3- CAFE SACHER: Una verdadera delicia, en todo
sentido. El café del Hotel Sacher es pura elegancia, además de ser una
leyenda por su torta de chocolate, una receta que se repite desde 1832,
secreta y artesanal. Ubicado detrás de la Opera de Viena, en el centro
de la ciudad, es un popular lugar de encuentro, con sus sillas y
sillones tapizados en pana roja, mesas de mármol y paredes forradas con
tela. Abierto desde 1876, era uno de los favoritos de la aristocracia
que se paseaba por Viena entre fines del siglo XIX y comienzos del XX.
La tarta se puede acompañar con un café o, aunque sea algo redundante,
con una taza de chocolate caliente. Para sentarse a una de sus mesas (el
local es bastante chico) hay que dejar, si es invierno, el abrigo en el
guardarropas.
4- CAFE LANDTMANN: Desde un "single mocha" hasta un
"capuchino" o un "salon Einspanner", un expreso doble cubierto por crema
batida, en el Café Landtmann (1873) se pueden probar todas las
variantes que sirven los cafés vieneses. Está muy cerca de la casa en la
que vivió Freud y dicen que en este lugar daba una suerte de
conferencias sobre la interpretación de los sueños o alguna de sus otras
teorías, como la histeria femenina. Su fundador ya lo denominaba,
cuando fue abierto, "el local de café más elegante de Viena". Y aunque
Freud fue uno de sus más célebres visitantes, la lista es larga: desde
la actriz Romy Schneider (que interpretó a la emperatriz Sissi) hasta
sir Paul Mc Cartney. De frente color rosa, y decorado hasta la médula,
en verano habilitan una terraza para tomar el café al aire libre.
5- Café MOZART: Pura elegancia, el Mozart es uno de
los más típicos cafés de Viena, abierto en 1794. Entre las anécdotas que
lo hicieron famoso está la de haber sido, hace medio siglo, escenario
de la película en blanco y negro "El tercer hombre", basada en la novela
de Graham Greene. El diseño interior combina madera, alfombras y
lámparas colgantes, aunque la fachada y la terraza que se usa en verano
son más modernas. Entre 1783 y 1790 el enorme edificio (para aquel
entonces hospital), fue reconstruido y transformado en un bloque de
departamentos. Tres años después de la muerte de Mozart se abre aquí un
café que en 1825 cambia de dueño y se instala el típico café vienes. Con
el tiempo cambió de dueño y de nombre y se convirtío en el centro de
reunión de artistas, periodistas y escritores. Ubicado en la
Albertinaplatz, es, además de emblemático, un sitio histórico.